Spain is pain ( España es dolor)
Alemania, tenía que ser Alemania la que viniera a poner cordura.
Ya era hora de que alguien marcara una línea y dijera
“hasta aquí hemos llegado”.
Bien.
Era necesario.
Porque la escalada estaba resultando insoportable. Y
lo cierto es que hablo en pretérito y aún tengo serias dudas de que no sigamos
viendo y viviendo esperpénticas situaciones.
Me pregunto cómo estarán viviendo tantísimos españoles
y tantísimas españolas la noticia sobre la puesta en libertad de Puigdemont, el rechazo del
delito de rebelión por parte de la justicia alemana, y la puesta en libertad
sin medidas cautelares para los consejeros en Bélgica.
Porque después de tanta mentira, de tanta manipulación
por parte de los medios de comunicación, esto ha debido caer como un auténtico
jarro de agua helada.
Estoy deseando ver cómo los tertulianos de turno
comenzarán en unas horas a contar la historia a su manera.
Ahora la mala será Alemania, y toda la comunidad
internacional, claro.
Y así, hasta el infinito.
Espero, que en algún momento la decencia, la ética y
la honestidad se planten ante todo el despropósito que estamos viviendo.
Que los periódicos, que los telediarios, que los
tertulianos asuman su tremenda falta de profesionalidad, su engaño masivo y su
servilismo durante todo este tiempo.
Porque han
hecho mucho daño y sus mentiras han servido para justificar auténticas
atrocidades.
Me gustaría que, al menos, España (el pueblo español) comenzase a dudar
un poco de todo lo que les han contado.
Sería sano y positivo.
Quizás así entenderían mejor la decisión de la
justicia alemana.
Porque no hubo rebelión. No hubo violencia.
Porque se ha perseguido a personas por pensar y
opinar.
Se ha encarcelado a inocentes sin juzgarles.
Se ha silenciado a líderes políticos, a activistas
sociales precisamente para que no pudieran contar la verdad.
Se ha pisoteado lo más básico y fundamental en una
democracia: la libertad.
Y no solamente la de quienes llevan seis meses entre
rejas por no haber hecho nada; sino la de todas las personas que merecemos
estar informadas para poder ser libres y tomar nuestras propias decisiones.
Españoles, españolas, nos están mintiendo de manera
indecente.
Y cuanto
más tardemos en darnos cuenta, en denunciarlo y en condenarlo socialmente, más
tiempo nos va a costar poder arreglar todo este destrozo que tenemos aquí
delante.
Alguien va a tener que decirlo: nos han robado, nos
han anulado, nos han mentido sistemáticamente, han hecho trampas hasta al
solitario.
Todo apunta a que nada ha sido cierto: ni los títulos,
ni la crisis, ni la violencia, ni nada de nada.
Todo es mentira.
Y lo triste es que algunos, a pesar de saberlo, no se
atreven a denunciarlo.
Que los que se han beneficiado quieran mantener todo
este tinglado, puede responder a una “cierta lógica” (terrible, pero lógica).
Pero que los que deberían estar ahora mismo
denunciando todo esto, saliendo a la calle y planteando alternativas para esta
crisis sin precedentes (esta es de verdad), es lamentable.
¿Dónde están Pedro Sánchez,
Pablo Iglesias, Alberto Garzón?
Me gustaría que despertasen
todos, los líderes políticos, los sindicales y salieran a llenar las calles con
un lazo amarillo en sus solapas.
A ver si de una vez por todas reconocemos que esto no
va de independencia sino de democracia.
Y que como no nos unamos todos los demócratas de una
vez por todas, nos comen.
No me cansaré de
decirlo: no defiendo el independentismo, defiendo a los independentistas.
Porque en una democracia todo el mundo debería tener
garantizada la libertad para defender sus ideas de manera democrática y
pacífica.
Y por desgracia, en España, esto parece no estar a día
de hoy garantizado.
A ver si ahora que han tenido que venir desde
Alemania, Suiza, Escocia, Bélgica o Dinamarca a decírnoslo, nos damos cuenta y
espabilamos.
Como decía mi abuela: “los listos se acaban cuando se acaban los tontos”.
Beatriz Talegon
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