Estoy harta de la Iglesia

Pues sí, estoy harta de la Iglesia y de los privilegios de los que disfruta en este país, y no es de ahora, ya desde hace mucho tiempo que me tiene más que harta.

La Constitución Española, esa que tanto proclaman algunos para ciertas cosas que les convienen, dice en su artículo 16.3 “Ninguna confesión tendrá carácter estatal. Los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española y mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia Católica y las demás confesiones.”

Como vemos, no nos declara un Estado laico pero sí un Estado aconfesional y aunque “santifica” las relaciones de cooperación ─que no tienen que ser de privilegio─, con la Iglesia católica.

Los concordatos

A principios de 1979, el Gobierno de Adolfo Suárez firma con el Vaticano una serie de acuerdos con la Santa Sede que solo son una adaptación al marco de la Constitución del 78 del Concordato que la España nacionalcatólica del Gobierno franquista firmó con la Santa Sede en 1953.

De este Concordato de 1953 vienen los privilegios de los que aun hoy goza la Iglesia católica en este país y que Adolfo Suárez, con la llegada de la democracia, le dio vigencia para seguir adelante.

Ahora que estamos revisando la vigencia del franquismo en nuestra sociedad, que la vemos presente en ámbitos como el estamento militar, en una monarquía de origen franquista que nunca pudo ser refrendada por el pueblo, en la tolerancia de la apología del fascismo mientras que se persiguen como delitos extemporáneos simples actos de libertad de expresión, como los casos de Willy Toledo o Valtonyc, es bueno que nos paremos a ser consciente y a cuestionarnos los privilegios de los que goza la Iglesia como parte de ese vigente legado franquista en nuestra sociedad que también habrá que “exhumar” el día que decidamos tener una democracia decente y libre de lastres franquistas.

Este es otro asunto pendiente del Gobierno de Sánchez que una vez más, donde “Donde dije digo, digo Diego”, porque la hemeroteca está llena de momentos en los que parlamentarios y miembros del PSOE hicieron referencia ─siempre durante los gobiernos del PP, claro─, a la necesidad de derogar, denunciar o transformar los acuerdos con la Santa Sede.

Incluso esta cuestión formaba parte del programa electoral del PSOE para las elecciones generales de 2016, que en su página 131, recoge entre sus propuestas para un Estado laico: “Denunciar los Acuerdos de España con la Santa Sede”.

Pues ahora tiene una oportunidad única para afrontar este asunto.

Los privilegios de la Iglesia como parte del legado franquista

La Iglesia tiene aun cuentas pendientes con la sociedad pretendidamente democrática de este país.

No ha habido ni arrepentimiento ni un perdón por su infame papel durante la guerra civil y los duros años de represión franquista en los que los miembros de la Iglesia actuaban como delatores, bendecían a condenados a muerte y a sus verdugos mientras paseaban al dictador genocida bajo palio, ─¡Bajo palio!─, dándole veracidad al lema franquista, “caudillo de España por la gracia de Dios”.

¡Qué mayor ofensa para un pueblo que estaba siendo masacrado!

Nadie nunca, desde la Iglesia católica de este país hizo cuentas con ese pueblo masacrado.

Hoy, esa Iglesia que se puso del lado del genocida, sigue disfrutando de las prebendas que ese dictador le concedió como las exenciones fiscales de sus muchísimos edificios.

¿No pagamos toda la ciudadanía el IBI “religiosamente”?

¿A qué viene ese privilegio de la Iglesia que no solo nos cuesta dinero sino que nos priva a la ciudadanía de una recaudación que podría revertir en nuestros servicios públicos?

Pero no es el único privilegio que viene del pasado.

¿Qué hace hoy la asignatura de Religión en la escuela pública de un país aconfesional?

Es una optativa pero todos sabemos que por defecto la mayoría de las niñas y niños de este país cursan la asignatura de religión en colegios e institutos.

El lugar de impartición de la Religión debería estar restringido a las parroquias para que las familias que lo elijan tengan la posibilidad de darles a sus hijos una formación religiosa, pero nunca en la escuela pública.

Igualmente, ¿qué hace el Estado subvencionando colegios de órdenes religiosas y por qué no emplea esos recursos en la escuela pública cada vez más victimizada por los recortes educativos?

Feminismo y pederastia

Pero la Iglesia no solo me tiene harta como parte de un odioso legado franquista.

Como mujer, me tiene harta por su constante oposición a la igualdad de género, su constante interés en mantener a la mujer en una posición de sumisión y relegada a un segundo plano, y así, periódicamente tenemos que soportar en este país, indignantes y trasnochadas declaraciones de determinados obispos que no contribuyen más que a confirmar que son gente de “otro mundo”.

Y ¿Cómo no?

No puedo cerrar este artículo sin hacer una breve reseña a la pederastia dentro de la Iglesia española.

Internados, colegios, seminarios, parroquias… han sido escenarios de abusos a menores.

Durante el Franquismo con total impunidad.

En la actualidad, con la impunidad que da la resistencia de la Justicia a entrar de lleno en estos casos que se suelen resolver con silencio, absoluciones por excusas incomprensibles o con penas de poca entidad.

Aun hay miedo, por parte de la Justicia, a tratar a un cura como un delincuente.

Recientemente, hemos conocido el resultado de una profunda investigación de la pederastia en el estado de Pensilvania en EE. UU.

Este informe es el resultado de un trabajo decidido de la Justicia que ha destapado cifras y casos de pederastas y de víctimas.

¿Cuándo la Justicia en España nos va a ofrecer un informe de este calibre en el que se nos muestre la trascendencia de la pederastia en España y haga justicia con sus víctimas?

A este país le quedan pendiente muchas transformaciones para llegar a tener una verdadera democracia y una de ellas es recorrer el camino hacia un Estado laico totalmente desvinculado de los compromisos de protección y privilegio que el régimen franquista le concedió a la Iglesia católica.