Las “Nuevas Repúblicas” y los andaluces
El mayor error humano es no querer comprender.
Le sigue, muy a la zaga hablar sin conocimiento de lo que
habla.
Por decir, ya lo dijo Mao: “Quien no se informe, que no
hable”; lo cual no es una invitación a no hablar, como lo interpretan los
voluntarios desinformados malintencionados, sino a informarse.
Es el mejor camino para no errar, para no crear
conflictos innecesarios.
Porque, aunque la solidaridad es la ternura de los
pueblos, ni siquiera es necesaria para saber que, juntos somos más fuertes. Sin
discusión. Sin duda.
Pero sólo lo entenderán, hoy como ayer, quienes tienen
interés en informarse para poder hablar con propiedad. Si hay un pueblo, una
nación que ha peleado por su independencia a través de los siglos, este es, sin
duda alguna, Andalucía, el pueblo andaluz.
Vamos a tomar nota: La Oróspeda e Híspalis, 570; Arunda,
Híspalis, Astigi, Carmo y Emérita Augusta, 580 a 582.; la Betica, 711;
Sagrajas, 1086; Alarcos, 1195; conquistados por ejército conjunto de
Castilla-León, Aragón-Cataluña, Portugal, Navarra, Francia, Sacro Imperio y
Papado entre 1245 y 1492, asedio y masacre en Málaga, 1486; las Alpujarras,
1568 a 1571; Revuelta de El Halcón, 1580; República de Andalucía, 1641; Marcha
de la Penibética de las mujeres de Casares 1750; Revueltas del pan (varias);
Junta Suprema de Sevilla, 1808; Rafael Pérez del Álamo (De Arahal a Loja),
1829; Movimiento juntero, con Junta Suprema en Andújar, 1835; Revolución
Gloriosa, 1868; Cantonalismo, 1873; Pacificación de Andalucía, de Pavía, 1876;
Constitución Federal de los cantones andaluces, 1883(); Centros andaluces, 1915; Primer
Proyecto de Estatuto, 1917; Junta Liberalista de Andalucía, 1931; Presentación
proyecto de Estatuto, 1935; Campaña pro-Estatuto 1936 (votación prevista para
septiembre). Votación Autonomía por el articulo 151 de la Constitución, 1980,
aprobado por el 93% de los votos emitidos. Son sólo algunos de los momentos, de
los hitos más importantes de una historia de revoluciones, de rebeliones, todas
alentadas por el sentimiento de INDEPENDENCIA, por no aceptar el papel de
tierra conquistada. Todas han recibido la más dura represión; todas han sido
ahogadas en sangre, en mucha sangre, una vez tras otra (*).
Incluso en la
Manifestación del 4 de diciembre de 1977, con un asesinato sin aclarar cuarenta
años después.
Si en el reino de España alguna de las naciones incluidas
ya sea voluntariamente o a la fuerza, se ha revelado en reclamación de su
independencia y ha sufrido represión dura, muy dura, esta ha sido Andalucía.
Las rebeliones andaluzas no han sido nunca para cambiar
un rey por otro (como la guerra de sucesión) ni para anexarse a Francia ni a
ningún otro país, tampoco para conquistar una República española, federal o
confederal, sino una República Federal Andaluza, que es muy distinto.
Ojo, que, en la relación anterior, no están las múltiples
revoluciones y levantamientos campesinos. En 1935 la Junta Liberalista ya
avisó, y lo dejó escrito su líder, Blas Infante, que las cañas se volverían
lanzas y Andalucía debía “separarse de esta España que nos desprecia”.
Cuestión distinta es que, tanta represión, tanta sangre,
tanta hambre provocada, inducida por el poder centralista para beneficiar a
otros, y tanta propaganda, desde la escuela a los medios de comunicación, haya
llegado a adormecer el espíritu revolucionario de muchos andaluces.
Pero toda situación inducida es reversible.
Y en el siglo XXI ha renacido el mismo sentimiento que
alentó a los andaluces en todas las ocasiones
Pero esto no pretende ser una lección de historia, que por
otro lado siempre es, debería ser de agradecer, es una afirmación rotunda,
contundente, del sentimiento andaluz por recuperar nuestro Estado, nuestra
República, nuestra independencia.
Desde este aporte histórico, las naciones, no son
territorios, sino culturas, los pueblos, el pueblo, podemos afirmar, y que
nadie se ofenda, ya que al actual pueblo de Catalunya merece todo el mérito,
todo el reconocimiento por su indudable lucha por su independencia, pero del
mismo modo y/o al mismo tiempo, por la lucha por la libertad y la democracia de
todos, que si Catalunya se encuentra en estos momentos en el momento que está,
no es sólo mérito catalán, que repetimos, es mucho y de agradecer, sino al
verdadero peligro que suponen Andalucía y Euskadi para la integridad del actual
Estado español.
El actual Estado español, dedicado a vigilar los
movimientos vascos, y por otro lado, entretenido en controlar, machacar
cualquier intento andaluz por recuperar el espíritu independentista de Blas
Infante, y desarmar el movimiento del “cura” Diamantino García Acosta, fundador
del SOC (Sindicato Obrero del Campo) y los movimientos nacionalistas del
entonces Partido Socialista de Andalucía (PSA), después Partido Andalucista
(PA).
Miedo, como siempre mucho miedo a que el pueblo andaluz
levantara la bandera verde y blanca del “volver a ser lo que fuimos” que dicta
nuestro actual himno, que no es otra cosa que el “volver a ser independientes y
prósperos”, se olvidó de la Catalunya de Tarradellas y de Jordi Pujol, esos
que, en teoría daban apoyo a los Gobiernos de España a cambio de pasta:
estabilidad a cambio de pesetas antes, euros después.
Esto es más que evidente, Catalunya, al menos en
apariencia, parecía estar “controlada”, no representaba ser ningún peligro para
la integridad del territorio “nacional español” siempre que, a cambio de
inversiones, apoyara, y eso es de verdadero peso para la historia, sucesivos
gobiernos de España, y de paso, en el mismo paquete, se afianzaba la Corona de
España.
Sí, Catalunya sostuvo muchos lustros, a los gobiernos de
este modelo de España. Quizás si no hubiese aportado tanto apoyo, hoy
estaríamos todos más avanzados en las libertades.
Pero del mismo modo hay que reconocer que se supo
aprovechar, de modo magistral, tan calma política y falta de control político
español, para hacer los deberes.
Mientras que España miraba por un ojo y luchaba contra
ETA y por el otro, con la inestimable ayuda del PSOE, apagaba cualquier intento
de organización nacionalista andaluz, Catalunya hacia los deberes: inmersión en
la lengua catalana, profundizaba en la cultura e identidad nacional catalana, y
un largo etcétera que hoy vemos y compramos.
Una magistral utilización de los recursos catalanes en el
bien del pueblo de Catalunya. Esto es innegable a la vista de los resultados en
la educación, conciencia y movilización del pueblo catalán.
Este saber jugar con los tiempos es, repetimos, magistral
y de admiración.
Pero ello no garantiza, y a los hechos me remito, ni la
independencia, ni mucho menos la República.
Una cosa es hablar o el voluntarismo, y otra bien
distinta la conclusión de los hechos. En este terreno, los responsables del
proceso hacia la República han fracasado de forma clara.
Se habló demasiado al pueblo, se le prometió el cielo, la
independencia, la República.
Se sacó a la mitad de los catalanes y catalanas a la
calle, se les convocó a un referendo en que, las fuerzas policiales españolas,
les partió la cara de forma literal, se escenificó la Declaración Unilateral de
Independencia, y, a la hora de la verdad, nada, marcha atrás, para decepción de
todo un pueblo en la calle dispuesto a todo, incluso a dar su vida por la
República Catalana.
Si nos permiten un exceso, diremos que, el pueblo, como
siempre, estuvo y está, muy por encima de sus representantes, ese pueblo que no
merece unos políticos que dan la razón al Gobierno de España, ese que dice que
Catalunya sigue sin ser un verdadero peligro para la integridad del territorio
español.
No por el pueblo, sino por sus dirigentes.
Es por ello, por todo ello, y desde el respeto máximo,
admiración y apoyo al pueblo de Catalunya por demostrada determinación en la
lucha por la República Catalana, disentimos de forma clara de lo expresado por
el admirado y respetado Ramón Cotarelo cuando afirma “la independencia de la
República Catalana será obra de los/as catalanas/es y no depende de avatar
alguno en el vecino reino, ni siquiera el de que deje de ser reino para
transformarse en República”.
La República Catalana será, como cualquier República que
se precie, obra del pueblo de Catalunya, pero eso no significa, ni certifica de
modo alguno que el resto de pueblos que compartimos el suelo de la península
Ibérica, seamos menos pueblo, menos República, ni menos independentistas que
los catalanes.
Los Andaluces no somos, ni queremos formar parte de
ningún reino desde el último reino que fuimos, el de Granada.
Queremos nuestra independencia, nuestra República, por la
que siempre hemos luchado y lucharemos.
No queremos dejar de ser reino para transformarnos en
republicanos españoles, queremos ser Republicanos sí, pero republicanos
andaluces, ya que Andalucía, tenga esto muy en cuenta, no es como las demás,
sino como la que más, detalle este que creemos desconoce y debería conocer y
ser consciente de ello, antes de tratar a Andalucía como a las demás.
Permita otro exceso, Catalunya nunca consiguió, ni ha
conseguido, ni por desgracia conseguirá la República por sí misma.
Hecho este que, repito, está y ha quedado más que claro.
Es momento que aquellos que aún continúan en esa
fantasía, levanten la mirada del ombligo y miren alrededor.
Hay Republicanos independentistas en Euskadi, Galicia
como usted afirma, pero del mismo modo en Andalucía y Canarias.
Si Canarias que, cuando en otros territorios el
pensamiento de independencia era vago, un señor llamado Antonio Cubillo, ya en
1964 crea el Movimiento por la Autodeterminación del Archipiélago Canario
MPAIAC, a la que tanto le debemos los demócratas por sus emisiones desde Argel
de su “La Voz de Canarias Libre”.
Son muchos los intentos de independencia sin ningún
resultado, y seguiremos por ese camino de la unilateralidad, sin resultado
alguno para ningún territorio.
Nos enfrentamos con un Estado, si, un Estado que nos
oprime, y como cualquier Estado, con todas y cada una de las armas que los
Estados tienen: Poder Judicial, Ejército, medios de comunicación públicos,
fuerza pública y muchos recursos económicos.
Por todo ello, cualquier intento de independencia
unilateral es, y será imposible.
O nos apoyamos todos y cada uno de los territorios que
nos queremos independizar de España, por pequeño que pudiera parecer, la fuerza
no la dan los números, sino la determinación, o ni Catalunya, ni Euskadi,
Galicia, Canarias o Andalucía lo conseguirá por sí solas.
En por todo ello, y con la generosidad que siempre nos ha
caracterizado, los andaluces ofrecemos una vez más nuestra mano tendida en un
doble sentido: en primer lugar, para apoyar todos los movimientos liberadores
de todos los pueblos del mundo.
Y, con más motivo, a los más cercanos.
Y en segundo lugar porque nos podemos y nos debemos
apoyar mutuamente.
Porque, lo diremos una vez más, juntos llegaremos antes y
más lejos.
Quien sólo vea un intento de apoyarnos en un movimiento
emancipador, estará dejando a la vista su egocentrismo, su ausencia de
sensibilidad y su insolidaridad, porque el egoísmo, ciega.
Será su exclusivo problema, y exclusiva culpa.
Por fortuna para todos y para todo, Cataluña no desprecia
a Andalucía, como hacen algunos iluminados crecidos en el absurdo.
Aunque nuestro movimiento sea aún menor que el de
Cataluña -tampoco el de Cataluña era tan fuerte hace sólo veinte años- tiene la
misma ilusión, el mismo derecho y los mismos o más motivos, como ya se ha
reseñado, porque, aunque cada caso tenga un tratamiento, en ambos hay en común
más de lo que separa.
Sólo los ciegos voluntarios, sólo los egoístas no querrán
verlo.
Allá cada cual con su conciencia y con su consciencia.
Pedro Altamirano
Coordinador Federal Partido Andaluz,
somos andaluces
()
Conocida como “Constitución de Antequera”, dice en su artículo 1º: “Andalucía
es soberana y autónoma; se organiza en una democracia republicana
representativa, y no recibe su poder de ninguna autoridad exterior a la de las
autonomías cantonales que le instituyen por este Pacto”. (*) Como
ejemplo gráfico, baste el informe presentado por D. Juan de Austria a su
hermanastro Felipe II, en el que afirma “haber sentido náuseas, haberle
repugnado”, verse obligado a cumplir la orden recibida del rey.
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