Que quieren a Barrabás
Cuantas más horas pasan más cara de Barrabás se le pone a M. Rajoy. Los medios de Madrid le aclaman satisfechos, enfervorizados, embobados, “Barrabás, Barrabás, queremos a Barrabás”. También se oye la inevitable proclama tradicional de “Vivan las caenas” que bien podría resumir el tiempo político español de hoy y de siempre. Ahora ya están contentos, ahora ya tienen encarcelado a Carles el Atrevido, ya pueden volver a a escupir otra vez contra Carles el Molesto, el Terco, contra el Príncipe Valiente, ya se ceban de nuevo contra el presidente de todo un pueblo cuando no se puede defender, contra el Astérix de los ciudadanos descontentos, de los disconformes, de los independentistas, contra el buen líder de los catalanes. Y no, Carles Puigdemont no es un político. Si entendemos que un político deba ser un personaje vacilante sin principios ni moral como Enric Millo o Ramon Espadaler —los democristianos siempre son los mejores imitadores de Giulio Andreotti— o un mero delegad