Problemas que te crea aparecer en el fichero RAI
La
morosidad es una de las máximas preocupaciones de los empresarios autónomos y
de las sociedades mercantiles.
Seguramente, es bien conocido por casi todos que en
España existen unos registros de morosos.
Estos registros de deudores recalcitrantes son unas
listas en las que aparecen las deudas que tenemos con determinadas entidades
financieras o empresas y que disminuyen nuestra credibilidad como buenos
pagadores.
Los registros
de morosos son un sistema de evaluación para ver si personas y empresas cumplen adecuadamente con sus obligaciones de pago,
aunque por desgracia, no todos los que se incluyen en una lista de morosos
están en ella por una razón fundada.
Entre
las medidas que reclama la ATA (Federación Nacional de Asociaciones de
Trabajadores Autónomos) del Gobierno de la nación, se encuentra la de que se establezca un régimen sancionador a las
empresas y administraciones públicas que no cumplen con los plazos que
establece la Ley, a la vez que la puesta en marcha de un buzón anónimo de morosidad donde autónomos, pymes y
resto de proveedores puedan denunciar, de forma anónima, a aquellas empresas o
administraciones que hacen prácticas ilegales en materia de morosidad.
Lógicamente,
los daños que puede causar un impagado en un autónomo con un pequeño negocio
son significativos.
Una
de las consecuencias posibles sería verse imposibilitado a hacer frente a sus propias obligaciones de pago,
convirtiéndose en un moroso también, por lo que podría aparecer en el fichero
RAI, un registro de carácter privado que afecta a impagos sobre personas
jurídicas cuya deuda sea igual o superior a 300 euros, con todas las
desventajas que esto conlleva.
De
acuerdo con la encuesta realizada entre los autónomos, un 24,8 %, uno de
cada cuatro, apuntan que 2017 fue un año complicado y que la situación de su
negocio es negativa.
Cuatro
de cada diez señalan la caída de las ventas y la pérdida de actividad como
la principal causa de la disminución de su negocio.
Un
12,5 % considera que el empeoramiento ha venido motivado por los impagos de los
clientes y el 6,5 % lo atribuye a la imposibilidad de acceder al crédito.
Mantener
unas previsiones realistas y llevar unas cuentas saneadas ayudarán a evitar
este riesgo, pero tratándose de un empresario por su cuenta lo más probable es
que, aun así, un impago de un importe abultado suponga un verdadero problema.
Y
si, a pesar de todas nuestras precauciones, nos encontramos en la situación de
no poder hacer frente a una deuda, lo mejor será intentar negociar los plazos directamente con el acreedor primero,
explicándole la situación.
Muchas
empresas prefieren llegar a acuerdos extrajudiciales.
Lo
mismo en el caso de las entidades bancarias, intentando renegociar el global de
nuestra financiación.
¿Qué
problemas genera aparecer en el RAI?
El RAI o Registro
de Aceptaciones Impagadas es el fichero de morosos que contiene la
información negativa más completa sobre sociedades españolas.
El principal problema que genera a un autónomo
aparecer en el RAI es que las entidades financieras lo consultan, entre las actuaciones previas que
realizan antes de conceder un crédito.
Si
nos encontramos en una situación financiera complicada y vamos a tener que
recurrir a la ampliación de nuestro crédito bancario será importante
asegurarnos de que no nos encontramos en este fichero.
Dificultará
obtener los recursos que puedan ser necesarios para, por ejemplo, cambiar un
vehículo, reformar las oficinas, adquirir nuevos espacios…
Otro inconveniente es que multitud de compañías comprueban si las sociedades o los autónomos con los que van a
establecer relaciones comerciales aparecen en este listado, por lo que nuestra inclusión en el
mismo puede dificultar conseguir nuevos proyectos.
Los
posibles clientes no nos verán como fiables, al igual que empresas con las que
podamos estar pensando en presentar propuestas conjuntas o nuestros proveedores.
Además, dificulta la concesión de créditos
públicos como la financiación que ofrece el ICO, ya que los bancos suelen ser
los que se encargan de decidir si los que optan a la misma cumplen los
criterios necesarios.
Para
estar incluido en el RAI es necesario que exista algún documento que certifique
la deuda con una firma del propio deudor confirmando la existencia de la misma
que posea fuerza ejecutiva, por ejemplo, pagarés de cuenta corriente o cheques
de cuenta corriente.
En
caso afirmativo, si saldamos la deuda y enviamos los documentos acreditativos
de haberlo hecho podremos exigir que eliminen nuestros datos.
A veces la
inclusión en un fichero de morosos se hace en violación de la ley.
Aquí un pequeño recordatorio de prácticas prohibidas
por las que puedes (y debes) denunciar.
Deuda disputada.-. Si la deuda es objeto de
cualquier tipo de reclamación no pueden incluirte en un fichero de morosos.
Esto porque existe un principio de duda sobre la
misma.
Si tus datos siguen apareciendo en el registro y tanto
la empresa como el fichero se niegan a cancelarlos, podemos acudir a la Agencia
Española de Protección de Datos (AEPD) y denunciar.
Ya no está
permitido el "saldo cero"..- Antes
que entrara en vigor la Ley Orgánica de Protección de Datos (LOPD) en 1999,
estaba permitido que los ficheros mantuvieran los datos personales de una
persona tras que esta hubiera saldado la deuda, bajo el epígrafe saldo
cero o similares.
Hoy día está prohibido: una vez abonado el pago o
demostrado que la deuda no existe es obligatorio borrar la información del
usuario.
Cancelación
después de seis años..- La ley
obliga a borrar los datos personales de cualquier persona transcurridos seis
años desde su inclusión en cualquier fichero, aunque la deuda no haya sido
saldada.
La falta de cancelación después de este plazo suele
darse a menudo cuando una empresa compra una cartera de impagados y considera
todas las deudas como si fueran nuevas, pero tienes derecho a pedir la
cancelación del registro.
Deuda cierta,
vencida, exigible y reclamada. Si
faltan estos requisitos, puedes ejercer tus derechos de oposición y cancelación
del fichero.
No vale, por ejemplo, que te apunten una deuda —y
por eso acabes en un fichero— por un servicio por el que te habías dado de baja
hace meses.
Tampoco te pueden meter en una lista de impagados por
algo que te ofrecieron pero que nunca compraste y del que no existe
comprobante.
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