Estábamos muy cerca
Desde el principio de esta legislatura
extraña, uno de los objetivos que teníamos marcados en nuestra hoja de ruta era
dejarnos la piel para que el presidente y el Consejo de Televisión Española
fuesen elegidos por concurso público.
Queríamos acabar así con varias
décadas de tejemanejes del poder, que convertían la tele de todos en la tele
del gobierno de turno.
Fueron meses y meses de negociaciones
y contactos liderados por mi compañero, el diputado por Málaga Guillermo Díaz.
Él marcó el rumbo y yo ayudaba en lo
poco que podía.
Fue difícil: el bipartidismo escuchaba hablar de concursos como quien oye
hablar de la vida en Saturno,
y nos decían que de donde habíamos sacado semejante cosa.
Pero teníamos muy claro que la gran
ocasión de hacer crecer nuestra televisión era sacarla de las garras del que
manda en cada momento, colocando a sus responsables en una burbuja de
profesionalidad e independencia en la que se entrase de la mano de la
excelencia y el rigor.
Nada menos.
Nada más.
El PSOE, a quién no acababa de convencer esta fórmula, terminó pasando
por el aro, y el
PP lo hizo también, arrastrando mucho los pies.
Pero llegó la moción de censura, Pedro
Sánchez se mudó a la Moncloa y decidió cambiar la tele como lo había hecho
Rajoy: por medio de un dedazo en forma de decreto.
Nosotros
queríamos otra cosa muy distinta.
Queríamos que quien mandase en TVE no
tuviese que agradecer su nombramiento a un político.
Que quién gestiona un medio que es de
todos no llevase en el morral ninguna deuda con los que están arriba.
Queríamos que alguien que tiene que
contar cómo son las cosas nunca recibiese una llamada para decirle “recuerda
quién te puso ahí”.
Queríamos que quien liderase
televisión española fuese un hombre o una mujer sin ataduras, sin mochilas, sin
gratitudes debidas.
Alguien que pudiese decir: “estoy aquí
porque lo decidió la mayoría”.
Por eso insistimos, por eso peleamos
hasta obtener el consenso necesario para tener la televisión con la que muchos
soñamos.
Nunca estuvimos tan cerca.
Créanme: faltó muy poco para inaugurar
una nueva etapa de decencia en el servicio público.
Pero mandar en la tele es tentador, y
Pedro Sánchez no iba a privarse de ese placer.
El viernes, la ministra portavoz
anunciaba oficialmente el fin del luto en TVE.
Así, por las buenas.
Porque ahora mandan ellos.
No, la televisión que nos espera no
será más libre.
Simplemente, habrá cambiado de amo en
el perverso turnismo que alimenta el duopolio PP – PSOE.
Qué oportunidad perdida.
Qué lástima.
Qué pena.
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