El PNV y la victoria de los aldeanos en la moción de censura
El desdoblamiento de las responsabilidades en el PNV rompe los esquemas del funcionamiento convencional de los partidos
Hasta la última frase de
su intervención, Aitor Esteban,
portavoz del grupo parlamentario del PNV en el Congreso, no manifestó ayer
el sí de sus cinco escaños a
la moción de censura del PSOE contra Mariano Rajoy.
Y es que los nacionalistas
vascos que ocupan cargos institucionales —desde un escaño en el Congreso hasta
el propio lendakari— saben que protagonizaron un auténtico papelón político.
Pero como ocurre en el PNV desde que fue fundado por Sabino Arana
en 1895, el partido es un tótem que impone sus decisiones de manera inapelable.
Todos sus cargos públicos, sin excluir a ninguno, se someten a la más estricta e indiscutida disciplina
de partido.
El Gobierno vasco, desde el
primero que presidió Aguirre, único liberado de la disciplina de partido por
las especiales circunstancias bélicas en las que se desarrolló su breve
mandato, es un instrumento del PNV y de su proyecto, hasta el punto de que el lendakari tiene voz pero no voto en la
ejecutiva de la organización, denominada Euskadi Buru Batzar, que fue el órgano integrado por 14
miembros que acordó ayer el sentido del voto que hoy emitirán los
parlamentarios vascos en el Congreso de los Diputados.
El EBB del PNV, bajo la
presidencia de Andoni Ortuzar, integra a los presidentes del Gipuzko
Buru Batzar (Joseba Egibar), del Araba Buru Batzar (José Antonio Suso de
Arenaza), del Bizkai Buru Batzar (Itxaso Atutxa), del Napar Buru Batzar (Unai
Uhalde) y del Ipar* Buru Batzar (Pako Arizmendi).
Además, forman parte de esta
ejecutiva ocho vocales más.
Todos ellos sometidos a una
férrea incompatibilidad; tan férrea como su práctico anonimato, salvo, y muy
limitadamente, en Euskadi, en donde solo son de verdad conocidos el
presidente Ortuzar y los que
encabezan las ejecutivas territoriales.
En los
años en los que Carlos Garaikoetxea (1985-86), primer lendakari de
la democracia con el Estatuto de 1979, quiso alterar la jerarquía del partido
para que el Gobierno de Vitoria no resultase una instancia subalterna y someter
a las diputaciones forales a la autoridad gubernamental, se desató una guerra
sin cuartel que terminó con una escisión: Eusko Alkartasuna recogió a los críticos con el
modelo tradicional de la organización y las siglas del PNV retuvieron (con
éxito) la legitimidad fundacional.
José Antonio Ardanza no rechistó al ser apartado
'manu militari' de la candidatura a la presidencia, lo mismo que Juan José Ibarretxe.
Y cuando un presidente del EBB
—el caso de Josu Jon Imaz (2004-2007), sucesor de Arzalluz en el cargo— quiso
alterar el modelo de funcionamiento, la inercia de la organización se lo llevó
por delante.
Renunció a presentarse a la
reelección y hoy es consejero delegado de Repsol.
Para
saber cómo funciona esa extraña relación de bicefalia —el EBB y el Gobierno
vasco—, hay que leer el libro 'Así fue' (editorial Foca. 2005) que, firmado por
Xabier Arzalluz, aunque con la edición de Javier Ortiz, explica cómo se
comporta un cargo público del PNV (él lo fue, precisamente, diputado
constituyente en Madrid) y cómo lo hace un 'burikide' (miembro del EBB o de las
ejecutivas territoriales).
Se trata de una forma de
comportamiento político que remite a una congregación que profesa voto de obediencia y una neta separación de poderes.
El EBB toma las decisiones que
no son administrativas (es decir, las estratégicas), y el lendakari y el
Gobierno las implementa.
En los recurrentes choques
entre los cargos públicos (Gobierno, diputados generales, parlamentarios) y el EBB, siempre se impone la
ejecutiva, sin
otra discusión histórica reciente que la que protagonizó el ya mencionado
Garaikoetxea.
Incluso aunque, como ocurrió
ayer, ni Iñigo Urkullu, lendakari, ni el grupo parlamentario del
PNV estuviesen de acuerdo en votar favorablemente la moción de censura después
de haber sido el auténtico tercer partido de los dos primeros años de esta legislatura.
Y no
lo estaban porque la semana anterior habían aprobado los Presupuestos
Generales del Estado —24 horas antes de la sentencia del caso Gürtel—,
lo mismo que hicieron el pasado año.
El valor de la palabra dada,
la coherencia y la fidelidad son valores políticos que en el País Vasco tienen
una particular importancia.
Pasar de ser socios de Rajoy a sus verdugos prácticamente
sin solución de continuidad solo es posible cuando la instancia que adopta la
decisión es opaca a los medios y anónima en la política, como le ocurre al EBB.
Los que lo integran son los
'descorbatados', los caseros, los aldeanos, pero no por ello menos duchos en
política y menos avispados que los gestores públicos al uso.
Ellos
negocian los acuerdos (Ortuzar, y no Urkullu,
se arregló mano a mano con Rajoy para sacar los Presupuestos adelante) y luego
'los políticos' hacen su trabajo administrativo.
Y ayer ocurrió lo mismo.
El presidente del EBB y sus 13
compañeros de ejecutiva tomaron con un mínimo riesgo una decisión no compartida
por los parlamentarios y el lendakari (cosa que jamás admitirán).
Serán los Esteban y los Urkullu
quienes deban dar la cara ante este zigzag político un tanto banal, pero que no
afectará a los decisores, que persistirán en su cómodo anonimato.
A
todos los presidentes de los gobiernos españoles el PNV les ha terminado
sorprendiendo por su imprevisibilidad.
El caso más clamoroso fue el
de Adolfo Suárez, cuando en 1980 fue boicoteado por el PNV en su visita al País
Vasco.
Cuatro años después, Arzalluz le pidió perdón y le
entregó el premio de la revista 'Euskadi'.
Tampoco fue menor la sorpresa
de Aznar, que en 1996 firmó un acuerdo de investidura con los nacionalistas y en
1997-98, estos suscribieron el Pacto de Estella con ETA.
Ahora ha ocurrido con Mariano Rajoy, y
seguirá ocurriendo porque el desdoblamiento de las responsabilidades en el PNV
rompe los esquemas del funcionamiento convencional de los partidos.
El 'aldeanismo' (propio del
EBB) es casi una filosofía de comportamiento que se refleja muy bien en una
canción bilbaína (“El aldeano tiro la piedra y no la encontró”). Consulten
Google y se lo explicarán.
*El
Ipar Buru Batzar es la ejecutiva de Iparralde, denominación de la llamada
Euskadi Norte o País Vasco francés.
Jose Antº Zarzalejos
De fácil comprensión, a la hora de votar los presupuestos, que se olvidaran del 155 de Catalunya y se abrazaran a los mas de 500 millones.
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