Sumar no significa renunciar a nada. Ni rebajar pretensiones. Significa, sencillamente, juntar a más gente para hacer mayor el embate
Hace
unos años, Òmnium Cultural me pidió que les escribiera sobre cómo las
últimas huelgas generales habían conformado el relato de lo que ellos
denominaban luchas compartidas.
Luchas
vecinales, contra la guerra, por los derechos sociales, por la
lengua... han dibujado la fisonomía de un país con una sociedad civil fuerte y
muy movilizada.
La
huelga de los tranvías, "Volem bisbes catalans", los derechos de las
mujeres a abortar, "Volem l’Estatut", el movimiento para abolir la
mili, el "No
a la Guerra" o "Lo riu és vida" son lemas y reivindicaciones que
explican nuestro país.
Pero
sobre todo han sido claves para el progreso nacional y social.
Ahora
es el momento de ver estas luchas compartidas no como realidades segmentadas,
sino como un todo, como la posibilidad de salir adelante socialmente y como
país.
Tenemos
mucha gente enfadada.
Personas
que quizás no comparten el proyecto independentista y tampoco el unionista,
pero que de ninguna de las maneras están conformes con lo que está pasando.
Gente
que repudia totalmente la actuación de la justicia española ante los
encarcelamientos de los presos políticos, que abomina el encarcelamiento y la
condena de raperos y tuiteros o que se indigna ante los 300 sindicalistas
que están en juicios por la última huelga general.
O
bien ciudadanos que no quieren ver cómo la corrupción se ha institucionalizado
y está cronificada.
Estamos
ante una triple crisis: institucional, política y social.
Y
hace falta que seamos capaces de confluir con la gente que ante la
quiebra moral y social del Estado está dispuesta a plantarse.
Todo
suma.
Pensionistas
cabreados porque ven que la macroeconomía remonta y ellos no llegan a final de
mes.
Artistas
y periodistas que batallan por la libertad de expresión.
Maestros,
profesores y entidades que defienden la inmersión lingüística.
La
gente que quiere rescatar a refugiados en el Mediterráneo y les confiscan el
barco.
Todos
forman parte de este país que no se conforma y que se quiere alzar de una forma
transversal contra la represión.
Necesitamos
ser más. Muchos más, y sumar.
En
ningún caso podemos ser excluyentes, ya que en estos momentos necesitamos
cualquier alianza que nos permita recuperar las instituciones y generar el
clima social y mediático que nos permita levantar el 155 y liberar a los
presos.
Pero
también poner en jaque a un estado que ya no tiene recorrido.
Que
se ha suicidado.
Que
en estos momentos es un zombi en el escenario internacional, que no vive de
diplomacia, sino de chantajes.
Y
que en la esfera interna, su corrupción y falta de proyecto pone en evidencia
su ineptitud y lo aproximan peligrosamente a un estado fallido.
Sumar
no significa renunciar a nada.
Ni
rebajar pretensiones.
Significa,
sencillamente, juntar a más gente para hacer el embate mayor.
Y
no caigamos en posicionamientos inocentes ni maximalistas.
Nos
hacen falta aliados.
Cualquier
declaración que pueda hacer la alcaldesa de Barcelona tiene más resonancia
internacional que muchas otras acciones.
Necesitamos
la marca de la capital al lado de esta lucha democrática.
Como también es necesario que en este frente democrático
haya cuánto más arco parlamentario mejor.
Y nos hacen falta organizaciones plurales y transversales
del país.
Nos
hacen falta los vecinos, los sindicatos, las ampas, los deportistas.
Necesitamos
a todo el mundo. Y no estaremos de acuerdo con todo, pero de estos momentos de
la historia nos beneficiaremos todos.
No
es la hora de los reproches.
No
es el momento de pedir ADN puros ni plantearse quién es más valiente o más
cobarde.
Es
el momento de asegurarnos mayorías tanto parlamentarias como sociales.
Y
es el instante en que tenemos que convertirlo, al fin y al cabo, en una lucha
democrática.
Por la
libertad de expresión, por los derechos sociales y los derechos civiles.
La
campaña de Òmnium nos ponía delante del espejo del pasado.
Ahora
es el momento de la gran lucha compartida por la democracia, los derechos
sociales y políticos, para poder garantizarnos el futuro.
Laura Pelai
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