Sin voluntad de arreglo (Han entendido alguna vez algo?
Los
independentistas catalanes continúan erre que erre buceando en todas las
trapisondas legales que encuentren en su empeño por desafiar al Estado de
derecho.
Entre
tantos tejemanejes como vienen manejando para constituir a su medida la Mesa
del Parlament y la elección del nuevo President, sin respeto a los informes de
los expertos, no se ha vislumbrado ni un solo destello que ilumine la
posibilidad de una negociación.
Todo
lo contrario: la oportunidad de nombrar un Govern dispuesto a normalizar la
situación, la están despreciando.
Todavía hay muchas cosas
en el aire y la verdad es que el odio cerval entre las diferentes
organizaciones y líderes secesionistas deja en el aire la incertidumbre sobre
un futuro que la sociedad catalana necesita tranquilo, abierto al diálogo y
capaz de devolver la confianza en las instituciones.
Las
piruetas mentales de Puigdemont en Bélgica intentando demostrar que la Ley debe
ser distinta para él ni realmente sirven para nada y ofrecen una imagen penosa.
Lo sorprendente es que haya quien se someta a la obstinación de darle la razón.
Su pretensión de ser
reelegido President en ausencia, y evadido de la Justicia, es surrealista y la
intención de querer gobernar a golpe de WhtsApp desde su escondite en Bruselas
consolida la impresión de que todo el procés ha sido una farsa; una farsa que
fracasó pero que algunos quieren repetir sin preocuparse ni del ridículo ni del
trastorno que semejante actitud causa entre la gente.
Tal
parece que la idea que pretenden no es otra que hacer reír fuera y llorar
dentro.
Mientras tanto, la
autonomía catalana sigue sin atender de forma adecuada problemas y proyectos
urgentes.
Los
responsables de la aplicación del 155 están haciendo un buen trabajo para
mantener la Administración Autonómica y lo están haciendo con cautela y
prudencia.
Sin
entrar en profundidades pero dejando el camino expedito para que los nuevos
gobernantes salidos de las urnas puedan darle su orientación propia.
Pero
esto a los fundamentalistas del independentismo no les parece importar.
Estas últimas semanas
fueron muchas las voces autorizadas que reconocieron que la independencia era
imposible y más tal y como fue planteada, avasallando todas las reglas
democráticas de la Constitución para abajo.
Sin
embargo, la impresión de estas últimas horas es que el propósito que impera es
volver a las andadas.
Las
llamadas al diálogo y a la negociación no tienen eco ni se atisban indicios de
buena disposición.
También
parece que se olvida que el artículo 155 sigue vigente.
Diego
Carcedo
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