Maniobras populares en la oscuridad
Hemos vuelto a caer: la maniobra de distracción del PP para que
no hablemos de la Gürtel ha funcionado.
Les estaba estallando el juicio en la cara y salió a todo correr
la vicepresidenta a contarnos que habían consultado al Consejo de Estado si
podían impugnar preventivamente la investidura de Puigdemont.
El Gobierno convertido en la brigada Precrimen de Minority
Report. Lo siguiente es detenerte por los delitos que podrías
cometer.
El estado policial era y es esto.
Como el Consejo de
Estado, en buena lógica, les mandó a paseo, fueron a lloriquearle al
Constitucional, que también rechazó el recurso, pero que se sacó de la manga
una resolución en la que obliga a Puigdemont a pedir la autorización judicial
para ser investido.
Por no dejar a Rajoy con el culo totalmente al aire, el alto
tribunal se ha inventado una vía “que nadie le había pedido, que legalmente no
puede acordar y que carece de sentido jurídico”, en palabras del ex letrado del
TC, Joaquín Urias.
El Constitucional dictando normas anticonstitucionales y los
autodenominados constitucionalistas atacando a la Constitución para defenderla.
Todo en orden.
El PP ha convertido el Estado democrático de derecho en el
Estado paradójico del revés. Se saltan la ley para mantener la legalidad y
asesinan a Montesquieu en nombre de una democracia que se basa en la separación
de poderes. Luego que si la justicia es independiente.
A los ejemplos me remito.
El TC acaba de afinarle al Gobierno la investidura de
Puigdemont.
La semana pasada, en un auto delirante, el juez Llarena evitó
dictar una orden de detención contra él porque decía que eso podía favorecer la
estrategia del líder independentista.
Un juez haciendo política en lugar de hacer cumplir la ley.
Por si quedaban dudas de que la Justicia española está
politizada.
El Gobierno, con la
inestimable colaboración de algunos jueces, sigue retorciendo el brazo de la
justicia para que le solucione los problemas que no es capaz de resolver con la
política.
Al PP no le importa usar al Estado en beneficio propio, ya sea
tapar la Gürtel, para recuperar el terreno que le está quitando C’s o para
intentar evitar que Puigdemont les deje en evidencia.
Lo último no lo han conseguido.
El caso del ex president catalán ha evidenciado que quienes
dicen defender la democracia, la pisotean para servir a sus fines ideológicos y
políticos.
Puigdemont se había
puesto él solito fuera de la ley cuando declaró la independencia simbólica y
después se dio a la fuga.
Él solo se alejó de la investidura al huir.
Pero con sus maniobras judiciales en la oscuridad, el Gobierno
le da la razón a él y al independentismo: esto no es un Estado de derecho, es
un Estado fallido y represivo.
Javier Gallego
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