La ley del embudo y los que no se meten con nadie
Es difícil seguir la
trama que ha convertido al PP, a su caja B nutrida de la Gürtel, en “la
corrupción en estado puro”, como lo definió el ex inspector jefe de la UDEF,
Manuel Morocho, hace unos días en el parlamento.
El investigador policial
confirmó la financiación en negro del PP y declaró que Rajoy y la plana mayor
del partido cobraron sueldos bajo mano.
Este martes le correspondía declarar en otro caso, 'Los
papeles de Bárcenas', y como imputado, al empresario Rafael Palencia al que
hemos oído con todo detalle en la Cadena SER contar que entregaba
"periódicamente" dinero a los extesoreros del partido a cambio de
adjudicaciones. Unos 35.000 euros cada vez. Con sus mordidas, tantos por
ciento, y nombres relevantes a colación como Zaplana o Ignacio González.
Resulta que luego Palencia no ha declarado porque, según su abogada, sufre un
deterioro cognitivo.
Son nuevas gotas en un tonel que hace tiempo se desborda. Otro
ilustre miembro del PP, Francisco Granados, número 2 del PP de Madrid en su
día, andaba en otro juzgado intentando que anularan su caso: La Púnica. Con un
Guardia Civil que ha declarado –oído en la SER también- que él “se pagaba sus
copas, no como otros”. Porque en este trama ha habido cacerías, copas y hasta
volquetes de putas, para mangar incluso de adjudicaciones de colegios, según la
acusación.
Viendo la marea judicial que se venía encima, el PP, con mayoría
absoluta en el Senado, propuso estudiar la financiación del resto de los
partidos. Paso previo a enchufar el ventilador de la basura. Relativamente.
Este martes ha
comparecido durante escasos 20 minutos, Luis María Linde, gobernador del Banco
de España. A puerta cerrada y sin periodistas, por decisión del PP. Debía haber
explicado por qué los bancos condonaron una serie de millones de euros -el PP
los cifra en unos 40- prestados a PSOE y PSC. Fueron La Caixa, Banco Santander,
BBVA y BBK.
El lunes fue requerido en el Senado Juan Carlos Monedero,
cofundador de Podemos, quien volvió a negar que estén financiados por
Venezuela, tal como acreditan 14 sentencias judiciales en respuesta a demandas.
La acusación de peso procedía del “prestigioso y valiente periodista” –
asi fue presentado- Eduardo Inda. Siguiendo la línea de otros medios, El País
dedicaba espacio preferente a Monedero.
Una foto de un tercio de
página, en primera plana con el pie “sin novedad en la financiación de
Podemos”. No hay novedad, como noticia. Portada que contrasta con la que
publicaron tras las declaraciones en el Congreso del exjefe de la UDEF. Ni
palabra de sus graves conclusiones sobre el PP. La foto era para Lenin. TVE
hizo algo parecido.
Se está desarrollando una intensa actividad judicial y de
comparecencias parlamentarias, oculta bajo el sustrato donde se asientan las
banderas patrióticas. Pero es tal la mugre, que aflora. Porque los medios
concertados –en genial definición que tomo prestada –,
la política concertada, siguen lavando al PP.
Lo que sabemos de su
corrupción hubieran tumbado a un gobierno en cualquier país que no oliera a lo
que huele este. El trabajo esforzado de muchos periodistas –que ofrece resultados como vemos – se
trunca en las lineas editoriales y en el seguidismo de otros profesionales.
La ley del embudo que se aplica es brutal, un inconmensurable
escándalo. “Hacienda cambio el criterio con el que evaluó las cuentas del
Ayuntamiento de Madrid”, informa Fátima Caballero en eldiario.es. "El
criterio que han adoptado parece estar pensado únicamente para que aparezca un
incumplimiento", declaran desde el Consistorio. Cualquiera diría que fue
una sucia maniobra política, pero la mayoría no lo dice. Se calla o da la
versión del gobierno.
Vivimos momentos preocupantes en España ante el desinterés de
quienes podrían operar cambios, y “restablecer la normalidad”. La ley Mordaza y
la Reforma del Código Penal producen los efectos buscados por quien las impulsó
–el PP – y los que se comieron el resto de
los partidos, con mayor o menor rechazo. Aún recuerdo a un famoso político de
una izquierda desunida, decir espera,
espera, que ya se arreglará. Hasta en el banquillo, se espera.
Más de 200.000 sanciones
se han aplicado en los dos primeros años en vigor de la ley, según datos de
Amnistía internacional. Y en ellas, aunque no son mayoría, se encuentra un
grueso número de penas que afectan a los derechos de reunión, información y
expresión, y cargos por desobediencia o faltas de respeto a las fuerzas de
seguridad. Dos años y medio de cárcel pide la fiscalía para una activista
que intentaba parar un desahucio y fue sacada a la fuerza por la policía. Leyes
de derecha autoritaria. Finalmente la han condenado por delito “de atentado”,
según las leyes vigentes, a 6 meses de los que se libra por no tener hasta
ahora antecedentes penales y a pagar una cuantiosa -para sus medios-
multa.
Vuelvo a insistir en que se censura ya hasta el humor, se
persiguen judicialmente tuits, mientras, por ejemplo, el ex presidente de la
Comunidad de Madrid, Ignacio González - del PP naturalmente- lleva el rastro de
sus operaciones por medio mundo. Desde Irak a Jamaica. Un juez le acusa también
de tapar los delitos del Canal de Isabel II en la etapa de Gallardón.
De ese otro prohombre del
PP,
Alberto Ruíz Gallardón,
que fuera ministro de Justicia y alcalde de Madrid, se han perdido otros 3
informes fundamentales del expediente Lezo. Y no pasa nada. Pasa que algunos
fiscales se van por asuntos personales, como el que llevó el caso González,
contaba el periodista Ernesto Ekaizer. Todo esto no ocurriría sin el concurso
de otros, por acción u omisión.
Es peligroso informar, hablar y pronunciarse. Sobre todo cuando,
por la ley natural de la derechización, corresponde el lado estrecho del
embudo. Y se hace a pesar de todo, aunque con el lastre de constatar cómo
cualquier cosa se diluye en aguas turbulentas.
En España se ha despertado la pasión por la ley y el orden. Por
colocar el carrito en su sitio tras depositar la compra en la cinta de la
cajera y apartar con desdén el de la persona que no lo ha hecho aún.
Y, a la vez, el
encogerse de hombros ante las propias responsabilidades. Yo no me meto con nadie,
he oído. Obviando que nuestras acciones en sociedad repercuten sobre otros.
Influye sobre otros lo que hacemos y no hacemos. Votar corrupto es meterse con las
personas decentes. Apoyar complicidades, es dañar al conjunto. Inhibirse de las
injusticias es echar una mano al agresor.
No puede ser cierto que no lo sepan quienes contribuyen a esta
situación. Salvo que pensemos que existen personas que no enteran de nada o que
no saben a qué atenerse ante el mareante bombardeo de opiniones opuestas. No
puede ser cierto que ignoren las repercusiones los que desinforman amparados en
quién sabe qué autoexcusas. Quienes establecen paralelismos entre hechos que no
están en el mismo plano. Aquí sí que no suman peras y manzanas. Pero es
característica de nuestro tiempo la facilidad con la que muchas personas se
evaden de sus responsabilidades, no viendo ni la viga en sus ojos.
España crea y mantiene el secreto a voces de nuestra realidad.
No es Macartismo, no es Turquía –aún –, es la España
peor, clasista, censora y tramposa.
Rosa Maria Artal
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