El suicidio de Junts

 


Junts se ha suicidado. No se sabe muy bien quién ha decidido desde dentro del partido que había llegado la hora de bajar la persiana y que cada uno de sus dirigentes se busque la vida como pueda. Supongo que debe haber sido el presidente del partido, Carles Puigdemont, que, como consecuencia de su situación personal, ha decidido hundir el barco con todos sus directivos dentro. 

Cuando un partido considera que su única función es oponerse a cualquier propuesta de ley que se plantee en una cámara parlamentaria es que ha renunciado a la función por la que existe. Cuando a un niño pequeño le coge una pataleta y se niega a todo, los adultos esperan a que se le pase la rabieta y, después, intentan razonar con él. La rabieta de Junts, sin embargo, parece que no tiene marcha atrás. Más bien aún se puede empeorar abriéndose a pactar con el Partido Popular y la extrema derecha de Vox una alternativa al gobierno progresista de PSOE y Sumar. Puestos a hacerse el harakiri podría ser la solución definitiva. 

La cuestión es ahora saber si Junts se irá desangrando por la pérdida de votos que tendrá por culpa de su vocación suicida o antes sufrirá alguna escisión interna de los militantes y dirigentes que todavía tienen un poco de ‘trellat‘ como dicen en Valencia. 

La sangría de militantes de Junts, sin embargo, viene de lejos. En 2016, cuando Convergència Democràtica de Catalunya se cambió el nombre por el de Partido Demócrata Europeo Catalán para tratar de huir de los casos de corrupción que afectaban al partido que fundó Jordi Pujol, los datos oficiales eran que tenía 14.620 militantes. A la votación que se hizo para que los militantes de Junts aprobaran la decisión de la dirección del partido de romper con el gobierno progresista estaban convocados unos 6.300 afiliados. Sólo un 66% de los militantes participaron en ella. 

Uno de cada diez militantes que votó lo hizo en contra de romper con el gobierno. Un 3% se abstuvo. La decisión del Consejo Nacional de Juntos que aprobó la decisión tuvo un 7% de votos en contra. 

La crisis interna en Junts está servida. Conscientes de que van hacia el desastre, la dirección del partido exigió a los siete diputados en el Congreso que asistieran al anuncio del bloqueo de todas las iniciativas del gobierno Sánchez que hizo Míriam Nogueras. La cara de algunos diputados demostraban su incomodidad por tener que darla en aquel acto. 

El mal rollo interno dentro del partido es evidente. Muchos saben que van al abismo. Algunos ya están haciendo las maletas para apuntarse a la Aliança Catalana de Sílvia Orriols. Otros, hacen aproximaciones desesperadas a Salvador Illa por si los quiere acoger en la administración de la Generalitat. Sólo se salvan los que se han colocado en cargos bien remunerados en empresas que dependen del gobierno español. De ellos ninguno ha hecho un gesto de dignidad para renunciar.

Una cosa es hundir el partido y otra ser consecuente con sus decisiones suicidas. 

Junts, alea jacta est!

Siscu Baiges


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