A trompicones
La conducta de Donald Trump revela lo grave que
resulta, en términos mundiales, que un individuo como él llegue a un liderazgo
como el de la Presidencia de los Estados Unidos de América.
Sus votantes no saben lo que han hecho. Ni lo
que su voto va a acarrearles, a ellos. Pronto tendrán ocasión de confirmarlo.
El
desgarro interior del gran país transatlántico acentúa su brecha de manera
incesante, cada dia más imparablemente.
El
país más poderoso del mundo, en sus manos, implica un peligro sin precedente
histórico. Trump no parará su declive, lo acelera.
Ahora dice que debe expulsarse a España de la
OTAN.
Desconoce que al menos la mitad de la población
de nuestro país consideraría esa salida como una bendición.
Entre otras razones, porque nadie sabe bien de
quién nos defiende hoy la llamada Alianza Atlántica, que de atlántica tiene ya
bien poco, pues trata de extenderse ya por doquier, con pretensiones, incluso,
de abarcar Brasil...
Por
cierto, por su capricho, la US Navy ha nuclearizado los mares de América del
Sur, surcontinente que permanecía, por un tratado internacional, verdaderamente
desnuclearizado.
Otro aspecto a tener en cuenta.
Por
ejemplo, si Marruecos, en un remoto suponer, decidiera atacar militarmente a
España, la OTAN se abstendría, hablando en plata, de defendernos.
Algunos recuerdan la hora y media larga de
"apagón" eléctrico registrado durante el recuento de votos del
controvertido referéndum sobre la incorporación de España a la organización
militar pilotada por Washington, en 1986.
Que curiosidad, verdad.
Todo va encajando. Hay quien asegura que aquel
era el test inesquivable para que España entrara en la Comunidad Europea. "Sin OTAN, despedíos de Europa":
fue el mismo chantaje formulado a Ucrania antes de que Rusia entrara en guerra.
Rechazo, causas
"España es el país
europeo con más rechazo hacia Estados Unidos":
esto no lo afirma este escribidor, lo aseguraba un alto funcionario
estadounidense, Guy Farmer, responsable de Prensa de la Embajada estadounidense
en Madrid, según recordamos algunos periodistas cuando lo dijo en público años
atrás, mientras mostraba su contento por ser destinado a Alemania y abandonar
su destino aquí.
Claro
que no explicaba las razones de tal rechazo.
Los funcionarios estadounidenses son muy dados
a hablar de efectos y olvidar las causas. Pues entre las causas de tal rechazo,
la Historia cuenta que la derecha española detestaba el poderío norteamericano
por haber "expropiado" a España
de su imperio transoceánico en 1898.
Por
su parte, la izquierda, que saludó gratamente la contribución militar
estadounidense al derrocamiento del nazismo, detestó y detesta aún hoy el
abrazo del presidente Dwight D. "Ike" Eisenhower dado en Madrid al
dictador fascista Franco Bahamonde, abrazo con el cual el presidente
norteamericano "naturalizó"
su régimen y sus crímenes, como al poco haría también Hollywood, enviando aquí
a sus principales estrellas y algunos productores, como Samuel Bronston, mientras
en las cárceles de Franco se hacinaban miles de presos políticos, obreros,
estudiantes, mujeres...
Por
cierto,
La Meca del Cine inundó el mundo con
centenares, si no miles, de filmes sobre la Segunda Guerra Mundial en clave
triunfal estadounidense frente a la Alemania nazi, pero casi nunca rodó un
filme sobre el franquismo en la Guerra Civil en España: otra curiosidad más a
tener en cuenta.
Por
estas y otras causas, era muy difícil que el referéndum sobre la entrada de
España en la OTAN les saliera adelante sin aquel curioso apagón contable.
Ya
muchos años después, enviar de embajador estadounidense a España, por toda
cualificación, decorador de la casa de Michel Obama, fue la penúltima "perla" de regalo made in USA (dicho
esto con todo respeto por el oficio de los decoradores), con la cual Washington
medía la importancia estratégica de un país que cuenta con dos de sus tres
bases militares más relevantes de Europa: Rota y Morón, cruciales en su
designio de control del Mediterráneo, Norte de África y Medio Oriente.
Algún
alto oficial estadounidense se estará mesando los cabellos al barruntar las
consecuencias de las patochadas de su presidente...
Todo ello hace que muchos españoles no
simpaticen nada de nada con la política estadounidense hacia nuestro país, que
tanto ha dañado, a derecha e izquierda.
Lo
malo es que sigue dañando hoy mismo al pueblo español, indignado por su apoyo
irrestricto a un régimen genocida como el de Israel, en manos de otro
perturbado moral de la misma cuerda que la del gestor inmobiliario neoyorquino
metido a presidente.
Por cierto ahora sabemos que Donald Trump
autoriza a la CIA, de infausta memoria, a desplegar "acciones encubiertas", esto es, golpistas, contra Venezuela.
¿Significa que su deseo de derrocar el régimen bolivariano no es militarmente
viable por hallarse en armas el pueblo de Venezuela?
Eso
parece, según analistas independientes. Esa resistencia popular parece
aterrarle.
Claro
que, de golpes militares, en la Casa Blanca se sabe mucho: recordemos las
décadas que la América Central y del Sur estuvo sometida a dictaduras
militares, es decir, gorilatos generalmente fascistas, con millares de muertos
campesinos y obreros, demócratas, progresistas, socialistas y comunistas a sus
espaldas: Brasil, Argentina, Chile, Bolivia, Uruguay, Colombia, El Salvador,
Honduras, Nicaragua, Guatemala...podríamos seguir en otros continentes, Asia,
por ejemplo, Indonesia, Filipinas, Vietnam...África, Congo, Angola, Mozambique,
Egipto.
Otra
cosita a añadir a la cesta: la Casa Blanca se vuelca diplomática y militarmente
desde hace tiempo en Marruecos, histórico y conflictivo vecino sureño español,
al que está armando con aviones de última generación y otras lindezas de su
arsenal.
Y
todo por agradar a Israel, que necesita a Rabat en sus Pactos de Abraham, cuyos
signatarios ya deben saber la confianza que puede merecerles el matón
Nethanyahu si no se pliegan sin rechistar al dictador neoimperial y colonial
del Medio Oriente.
Por
cierto: ¿saben Ustedes por qué razones Trump ha forzado el alto el fuego en
Gaza.
Pues
por dos motivos.
Uno,
personal: quería que el pacto estuviera listo en la víspera de la inminente
concesión del Premio Nobel de la Paz, al que obsesivamente aspiraba,
creyéndose, además, que se lo merecía.
Le
salió mal, pero el medroso comité noruego ha galardonado a una señora que un
día si y otro también pedía a Trump que derrocara por las armas al régimen
venezolano.
La paz, para los sesudos comitentes noruegos,
tiene muchas acepciones, como la que aplicó al concedérselo al recordman
mundial de inducir golpes de Estado de extrema derecha, Henry Kissinger.
El
segundo motivo que explicaría el alto el fuego de Israel en Gaza se ha sabido
que obedeció al propósito de Trump de parar un golpe militar contra su dilecto
genocida Nethanyahu, por parte de un importante sector del Ejército israelí,
abrumado por las consecuencias a futuro y por el descrédito mundial cosechado
por Israel y sus fuerzas armadas, dada la irresponsable política exterminadora
que les fue impuesta por el primer ministro sobre Gaza.
El
precio de intentar aniquilar a un pueblo como el palestino va a resultarle muy
caro. In extremis, Trump le ha salvado ahora de caer, pero, pero, ¿quién es
capaz de asegurar que un núcleo militar estadounidense no hace en el corto o
medio plazo con Trump lo que Trump quiso atajar que se proponía hacer un grupo
castrense con e su criminal aliado israelí?
Los
jardines en los que Trump se mete a trompicones amplían sus limites cada hora
que pasa.
Ahora pues, Trump quiere echar a España de la
OTAN.
Su
correveidile Rutte, secretario general de la cosa, avala los ladridos de su
amo. Y todo porque dicen que España no quiere subir al 5 por ciento el
presupuesto de Defensa al que se han plegado sin rechistar los dirigentes de
extrema derecha de Europa Oriental.
Y esto lo impone, ordena y manda, cuando el
propio Trump humilla a toda Europa con unos aranceles inasumibles de todo
punto, que van a triturar sectores enteros de la economía europea y española.
¿Es
que no hay nadie en el país de Abraham Lincoln y de George Washington capaz de
decirle a ese individuo que abandone las chaladuras y piense un poco en lo que
dice y hace? Tampoco le vendría mal leer los estatutos de la OTAN, que
establecen como única forma de abandono de la organización la propia voluntad
unilateral de cada Estado miembro.
Por
eso, mister Trump, no dé ideas.
Muchos españoles están deseando que se cumpla
lo que Usted pide. La OTAN debió ser disuelta cuando lo hizo el Pacto de
Varsovia.
Aquella
ocasión geopolítica única para adentrar al mundo en una paz duradera la frustró
la voluntad supremacista de los halcones que jamás la desearon y que siguen en
el machito de la Alianza Atlántica.
No
se les cierran las fauces a la hora de pedir más compras de armas al gran
patrón.
En
cuanto a los españoles, no es que sean antiamericanos. Son los dirigentes
políticos americanos los que han demostrado en demasiadas ocasiones que son
antiespañoles: ni siquiera son capaces de admitir, en los textos de sus
escuelas, el destacado papel diplomático, militar y político que jugó España en
el proceso de independencia que dio origen a los Estados Unidos de América.
En la política española, que haya émulas y
émulos que suscriban a pies juntillas las botaratadas del personaje de los
incesantes trompicones da una idea nítida de en manos de quiénes se encuentra
aquí secuestrada una derecha que, en su día, con más voluntad que acierto,
quiso ser democrática.
Rafael Fraguas

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