Manipulación, privacidad y otras gárgaras
Bancos, grandes compañías de suministros e instituciones públicas
están agobiándonos con cartas en las que cuentan que “tu privacidad (la nuestra) es
importante para nosotros”, teniendo por eso que aceptar
explícitamente el presunto cuidado con el que ellos van a tratar nuestra
información personal.
Al mismo tiempo, como comprobación de que nuestra intimidad tiene
más agujeros que un queso gruyere, si proyectamos un viaje a Nepal, alquilamos
un apartamento en Denia o leemos la última novela de John Grisham, las redes
sociales nos inundan inmediatamente de publicidad conexa con esa elección,
porque resulta que en la red cibernética se sabe todo sobre nosotros.
No hay, pues, bienintencionada Ley de Protección de Datos* que
valga, ya que, tanto si damos éstos voluntariamente como si no, tanto si
pretendemos preservarlos como, por el contrario, divulgarlos, alguien siempre
acaba utilizándolos en su propio beneficio.
La culpa de ello, digámoslo ya, la tienen unos políticos a los que
muchas veces se les achacan otros delitos inverosímiles e improbables y, en
cambio, se les considera vigilantes guardianes de nuestra privacidad, cuando en
realidad son los primeros en violarla, amañando las listas electorales,
indagando sobre los deseos de nuestro subconsciente o haciéndonos adoptar una u
otra postura acorde con sus intereses.
Porque, ésa es otra, la intimidad personal y la libertad de la
conciencia individual no benefician tampoco a los grandes medios de
comunicación, que prefieren manipular a las audiencias, prejuzgando sobre las
conductas públicas, condenando al personal antes de la instrucción del juicio y
condicionando nuestra moral personal en vez de adaptarse ellos a las normas
éticas socialmente establecidas.
De ahí, por ejemplo, la grotesca lucha actual de los partidos
políticos por hacerse con el nombramiento del nuevo presidente de RTVE.
Sumando el control de los medios audiovisuales, la utilización de
los periódicos digitales, el camuflaje de blogs particulares como informaciones
objetivas, la divulgación de fakes o noticias falsas en las redes sociales y
demás parafernalia manipulativa, resulta que no hay libertad de conciencia que
valga.
Y nosotros, pobres, aún creemos que nuestros datos y nuestra
intimidad estarán protegidos…
Enrique Arias Vega
*
La protección
de datos personales se ubica dentro del
campo de estudio del Derecho Informático. Se trata de la garantía o la facultad de control de
la propia información frente a su tratamiento automatizado o no, es decir, no
sólo a aquella información albergada en sistemas computacionales, sino en
cualquier soporte que permita su utilización: almacenamiento, organización y
acceso.
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