La Corona agoniza
Para las cosas esenciales nunca es el
momento ni hay tiempo, así que es obvio que el gobierno de Sánchez no va a
hacer nada que ponga en cuestión la Jefatura del Estado, el Reino de España.
Los socialistas monárquicos (esa
contradicción en sus términos) dirán que no es el momento.
Los socialistas republicanos dirán
(entre dientes) que en esta legislatura no hay tiempo.
O viceversa.
Tanto monta monta tanto.
Tiempo tampoco hubo ni era el momento
en las legislaturas anteriores.
Acaso en las del más allá.
Pero se pongan como se pongan unos y
otros socialistas o no la Corona agoniza.
Se la puede mantener como se mantuvo a
Franco: enchufada al aparato para mantenerla con vida, aunque vegetativa;
entubada para que le llegue el oxígeno a un cerebro de encefalograma plano.
Me refiero a la muerte orgánica de la
monarquía, a la expiración gráfica del régimen (no vaya a ser que acabe en la
cárcel acusada de faltar a los Borbones, cosa a la que, por otra
parte, tengo todo el derecho, faltaría más).
Otra cosa es la imposición, que nos
obliguen a tener una muerta encima (no hay más que verla, por lo suelos, valga
la paradoja).
Se impone con provocación: el
exhibicionismo de la fuerza necrófila.
La última escenificación de esta
muerte tan poco apasionante ha tenido lugar en un recóndito paraje de
Catalunya.
Allí, en un salón de bodas de los
célebres cocineros para omnívoros hermanos Roca (ni siquiera en su muy
exclusivo restaurante, donde la factura asciende a unos 300 euros por barba
hipster) se hizo entrega este año del Premio Princesa de Girona, que concede la
Fundación homónima.
La transacción tuvo lugar allí porque
el jefe no electo o rey solo fue bien recibido en un salón de bodas de pueblo
(no se me ofendan los de pueblo, que yo también lo soy, a ver si nos entendemos).
Tras la entrega de estos exóticos
galardones (para quien no lo sepa, la princesa de Girona es Leonor de Borbón y
Ortiz, 12 años, heredera del trono no electo de España, y dejo aquí la Wikipedia para los más
noveleros) solía celebrarse en el Auditori de Girona un encuentro llamado Rescatadores
de Talento (baste
decir que es patrocinado, entre otros, por Ferrovial, Nestlé, Novartis, Gas
Natural, Abertis, Indra, BBVA…
En fin, gente talentosa que sabe lo
que rescata).
Pero este año no pudo ser: el Auditori
de Girona se encontraba en obras.
Work in progress.
Fue todo muy pedestre y tan
premonitorio como la chupa de agua que cayó el día de la boda entre Felipe de
Borbón y Letizia Ortiz hace catorce años.
Tanto ha llovido desde 2004 que hasta
tienen un cuñado en chirona y una hermana que fue infanta de todo y es duquesa
de nada.
En Girona también llovía el otro día.
La escena exhalaba una atmósfera de
acto semiclandestino que solo rompió la llamativa apariencia de la ahora
llamada reina (vestido rojo como rosa de un logo, pelo tirante como negociación
de un divorcio).
Felipe y Letizia llegaron juntos en un
coche que no conducían y se trataron como si no se hubieran dirigido la palabra
jamás.
Parecían esos invitados a una
boda incapaces de ocultar que se han pasado la noche discutiendo.
El aspecto terrible que ambos lucían,
esa mezcla entre soberbia y tristeza, entre altivez y desolación, es la viva
imagen de la monarquía, la representación más gráfica de un régimen que, aunque
se desmorona, se aferra a su existencia como a un paraguas gris.
Todo en su espacio es falso y falaz.
La presunta calma de él.
La presunta autonomía de ella.
Todo es tan presunto.
Ya no está arriba la Corona: flota en
una altura abismal que solo conduce al precipicio, al vacío.
Por algo los acompañaba un astronauta.
¿Por qué seguimos haciendo el paripé?
¿Por qué seguimos diciendo que el rey
está vestido?
¿Por qué se nos obliga a simular que
no nos damos cuenta de que esa institución (esa familia, esas personas, esa
gente) a nadie sirve ya ni
nada une?
¿Por qué no reconocer que son
perjudiciales o, al menos, que agonizan?
¿Por qué esos patrocinios?
¿Nadie que llega al poder va a hablar
nunca con sinceridad?
¿No es el momento?
¿No hay tiempo?
¿Cuándo es el tiempo de la evolución?
¿Cuándo el tiempo de la dignidad?
Si es tiempo de exhumar los restos del
dictador que nos legó a los Borbones, es tiempo de liquidar su
herencia.
Todo ante notario, por supuesto (no se
me vaya a malinterpretar y acabe en Brieva).
Ruth Toledano
Te incluyo una reseña sobre el articulo de Ruth
La Corona
agoniza, lluvia de ataques al Rey su imagen, hundida tras una demoledora
crítica: "soberbio, falso y triste"
Durante unas
horas del primer lunes de julio ha sido trending topic en España La Corona.
Ha habido dos
noticias de En Blau que
han contribuido: los privilegios de la infanta en la prisión de
Urdangarin y la revelación hecha en TV3 y difundida por En Blau del papel de
Casa Real dirigiendo el 23-F,según un guardia civil compañero de Tejero.
Esta lluvia fina
informando sin tapujos de la monarquía ya no se hace sólo desde
Catalunya. Eldiario.espublica
una columna de opinión con el título ya paga: "La Corona agoniza".
Las graves críticas desde
eldiario.es a la Corona
La autora, Ruth Toledano, colaboradora de
PRISA y poco sospechosa de independentista, va directa contra el rey:
"A la Corona se la puede
mantener como se mantuvo a Franco: enchufada al aparato para mantenerla con
vida, aunque vegetativa; entubada para que le llegue el oxígeno a un
cerebro de encefalograma plano. (...) Otra cosa es la imposición, que nos
obliguen a tener una muerta encima".
¿Cómo llega hasta esta devastadora conclusión
un digital editado en Madrid?
Por Catalunya, siempre Catalunya, y cómo recibió
Girona a los reyes la semana pasada.
La columna es sangrante con Felipe y
Letizia en los jardines del restaurante del Roca: "La escena exhalaba una atmósfera de
acto semiclandestino que solo rompió la llamativa apariencia de
la ahora llamada reina (vestido rojo como rosa de un logo, pelo tirante como
negociación de un divorcio).
Felipe y Letizia llegaron juntos en un coche que no conducían y se trataron
como si no se hubieran dirigido la palabra jamás.
Parecían esos invitados a una boda incapaces de ocultar que se
han pasado la noche discutiendo".
Acertada como un puñal en el estómago del rey
desnudo.
El toma y daca del paraguas fue más sutil
que el escenita con Sofía en la Catedral de Palma pero igual de destructivo para los
Borbones.
Tildan de soberbios y altivos a Felipe VI y Letizia
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