Una Monarquía en horas bajas
Son horas bajas para la Monarquía.
Se acumulan las expresiones de rechazo
de organismos y de la ciudadanía.
Tengo la sensación de que vamos a
asistir a una lánguida agonía de esta institución que cada vez genera más
rechazo, un rechazo también cada vez más manifiesto.
Vimos
el incidente de la escoba en Mallorca.
¿Por qué un rey no puede coger una
escoba y ponerse a empujar el barro?
¿Por qué se va a manchar su magnífico
traje?
Suena realmente medieval.
La noticia se acompañaba en algún
medio por la imagen de los nietos de la reina de Inglaterra con traje de aguas,
metidos en un torrente hasta la cintura, trasladando sacos de arena… Sería un
paripé, pero disimulan mejor.
Por
aquellos días, Diego Fernández y Juan Martínez, dos estudiantes excelentes en
varios sentidos de la palabra, se negaron a asistir a una recepción que les
ofrecía la Casa Real con motivo de los Premios Princesa de Asturias.
Adujeron que no se sentían
representados por una Monarquía cada vez más vinculada a casos de corrupción, a
la venta de armas a dictaduras y por el origen franquista de su actual
reimplantación, por lo que se negaban a participar en un acto de blanqueamiento
de la Corona.
Los
Premios Princesa de Asturias también tuvieron un real sabor amargo.
La entrada de los reyes al Teatro
Clara Campoamor estuvo acompañada de una manifestación de rechazo a la
Monarquía más numerosa y ruidosa que la de otros años. Y además este año
trascendió mucho más.
Se
publicó el CIS mensual y respecto a la Monarquía no hay cocina, hay silencio.
Simplemente, sigue sin haber datos.
Siguen ocultando la opinión del pueblo
sobre la Corona. ¿Por qué? Importar, estoy segura de que sí importa pero se
teme y si se teme y deciden ocultarla…
No me tienen que decir nada más. Dos y
dos son cuatro. Hay silencios muy elocuentes.
El
Parlamento catalán aprueba una declaración en la que pide la abolición de la
Monarquía… Repito, “aprueba una declaración”.
Lo repito porque lo siguiente fue que
en el gobierno “socialista” de Sánchez se pusieran como locos y que el Consejo
de Estado ─organismo nada sospechoso de ser defensor del advenimiento de una
República─, les dijera que todos tranquilos que solo es una “declaración” y las
declaraciones no tienen consecuencias jurídicas.
Aún así, el gobierno del PSOE que se
toma muy a pecho esto de ser un escudo protector de la Monarquía, ha llevado la
declaración del Parlament al Constitucional por si acaso.
A
continuación el Ayuntamiento de Barcelona aprueba otra declaración similar a la
del Parlament e IU anuncia que promoverá declaraciones de reprobación a la
Monarquía en todos los ayuntamientos en los que tenga representación, un
anuncio al que se ha sumado
Podemos unos días después. Vamos a
más.
Una
declaración es un acuerdo de una institución que solo tiene la finalidad de
declarar, comunicar una posición ante algo y no tiene consecuencias jurídicas.
Está en la línea de la libertad de
expresión que tienen las instituciones por lo que el Gobierno no debería
ponerse tan nervioso ante expresiones tan democráticas y saludables.
Paralelamente
a todo esto ─ya lo comenté aquí hace un par de semanas─, con epicentro en la
ciudad de Madrid, estamos viviendo un vitalista proceso de organización de
numerosas consultas cívicas sobre la República o Monarquía organizadas por el
pueblo para la participación y expresión del pueblo.
Bien,
pues todo lo anterior, a lo que podríamos sumar la revitalización del rechazo
popular a las “relaciones fraternales” entre las casas reales española y de
Arabia Saudí, nos lleva fácilmente a la conclusión de que la monarquía española
no sólo pasa por horas bajas sino que su popularidad va cuesta abajo y sin
frenos, y su rechazo asciende como globo de helio, eso sí protegida, sostenida,
amparada por los partidos del bloque monárquico del régimen posfranquista del
78 (Cs, PP y PSOE) que ya han impedido dos veces en el Congreso que se
investigue la situación fiscal del rey emérito, que se ocupan de acallar,
disimular y enmascarar el rechazo popular a la Monarquía para que no se note.
Flaco favor le están haciendo a
nuestra frágil democracia.
PSOE,
PP y Cs seguirán actuando como parapetos protectores de una Monarquía desnuda y
podrán hacerlo durante un tiempo, pero no eternamente.
La presión crece, el rechazo a la
Corona es cada vez más manifiesto y tardará más o menos, pero es una cuestión
de tiempo.
Caracola
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