Tienes en tu comercio o empresa; un topo, un infiltrado, o un pelota….
No, no creas que esté pensando en grandes
empresas o en multinacionales; a ellas también les puede suceder, pero pienso
en los pequeños negocios donde el impacto negativo de una persona puede poner
en discusión la empresa; dependientas, comerciales, mecánicos, etc, suele ser
su mundo donde la intoxicación de nuestra empresa o comercio puede verse
afectada.
En las empresas y en los equipos existen muchos roles
muy estudiados y definidos.
El líder, el facilitador, el
coordinador, el pacificador, el impulsor, el abridor, el rematador,
implementador (trasforma las ideas, es realista) el de las ideas,
impulsor, cohexionador (Roles de Belbin),
a estos podemos añadir: el listo, el gracioso, el motivador, etc…
Todos son roles mentales, sociales o
de acción.
Pero existe un rol que está presente
siempre en los equipos, en las organizaciones y en las empresas o comercios..
Es el “topo” o persona de
confianza y de comunicación del jefe-lider, normalmente con un perfil autocrático. Este tipo de rol suele darse en
equipos donde el
jefe es una persona que conduce al equipo y quiere tenerlo vigilado.
El “topo” o espía es un
elemento descohexionante, es anti trabajo en
equipo y
suele crear muchas dificultades en los dos ámbitos.
Cómo
detectar si tienes un topo en tu negocio
Llevas
tiempo observando que no consigues sacar un proyecto adelante, que la
competencia siempre se adelanta, o que pierdes los mejores clientes.
Son
síntomas de un topo en tu empresa: un empleado que quiere boicotearte o que
sencillamente quiere cobrar más sin mover apenas un dedo, inconsciente, a
veces, del daño que provocan sus comentarios.
Hay retrasos en los proyectos de forma continuada
Se puede boicotear a la compañía de
forma consciente e inconsciente, retrasando la puesta en práctica de los
proyectos y esta estrategia puede ser muy dañina porque su intencionalidad es
muy difícil de demostrar.
Muchas veces, el pequeño saboteador,
se debe más al miedo inherente de las personas a cualquier cambio, que a un
oscuro deseo de hacer daño a la empresa, pero es muy perjudicial para la
compañía porque la puede condenar a la obsolescencia.
Fíjate en aquellos trabajadores que
tengan por costumbre repetir frases como “esto siempre se ha hecho así”; “no
puede ser”; “nunca llegaremos a tiempo”, “mañana sin falta empezamos con ello”,
“estoy agobiado, no puedo con tantos frentes abiertos”.
Corresponden a mandos intermedios o
a empleados básicos que tienen miedo a perder su posición o el afecto de su
gente si sigue adelante con la orden recibida “desde arriba”, a sus clientes de
toda la vida como les va a decir “esto”
La competencia se adelanta
Éste es un síntoma clarísimo de que
algo está pasando.
Cuando la competencia se nos
adelanta continuamente en ofertas, en diseños de estrategias o, incluso, en
productos es hora de descubrir al topo que está filtrando información. Aquí sospecha de un alto directivo que
tenga acceso a esos datos que son confidenciales o que tenga la autoridad
suficiente para pedírselos a quien los tiene.
Este saboteador siente que de alguna
manera ha perdido el poder o el nivel económico que tenía y quiere compensarlo
haciéndole favores a la competencia.
Otra señal de que tienes un 'topo'
en la empresa, es que de repente empiezan a aparecer informaciones en los
medios de comunicación o tus clientes o proveedores conocen datos internos de
la compañía.
Lo más probable es que alguien de
dentro esté hablando más de la cuenta. Este charlatán puede ser intencionado y
en este caso suele proceder de la alta dirección, o alguien de un puesto
intermedio que, a veces sin mayor malicia, está comentando información con
quien no debe. Busca entre quienes
pueden haberse sentido injustamente tratados en los últimos tiempos. Es más habitual entre aquellos que
llevan menos de cinco años en la compañía, y vigila especialmente quien tiene
acceso a las conversaciones con proveedores, viajantes etc..
Las ventas bajan sin razón
Debes valorar si la caída de las
ventas corresponde con la situación del entorno.
Si no es así, sospecha. Pueden estar
desviándose hacia empresas creadas por los directivos o hacia la competencia.
El responsable de este tipo de
fraudes pueden ser altos directivos relacionados con el departamento comercial,
a los que no se les ha tocado el sueldo o variables. Y que están resentidos con
los accionistas.
Una de las tácticas más habituales
es retrasar intencionadamente los pedidos alegando problemas de stock para que
los clientes se desesperen y entonces ofrecerles una alternativa, “donde nos
hemos enterado que sí tienen esa cantidad”, que curiosamente es su compañía. Observa si, además de bajar las
ventas, se han cancelado pedidos en el último momento, si han aumentado las
quejas...
Las cuentas no cuadran este mes
A veces este desajuste es muy fácil
de detectar, pero lo normal es que las tácticas para engrosar la cuenta propia
en detrimento de la de la compañía sean más sutiles que el simple robo.
A menudo se recurre a facturas
engordadas artificialmente, manipulaciones de los inventarios, sustracción de
mercancía o las más trabajadas, como las contrataciones fantasmas. Esta estrategia es más habitual cuando la
empresa inicia la internacionalización, porque el departamento o la persona
encargada de diseñar la implantación en el exterior está menos supervisada.
Cuidado con las grandes ventas a
clientes que pueden ser devueltas, el director comercial cubre previsiones y
cobra las comisiones y después se devuelve; método muy utilizado y de gran
repercusión en la empresa; cuida pues las comisiones, págalas una vez, la
operación este cobrada.
Aumentan de quejas
Analiza bien esta variable porque
puede deberse a la presencia de un enemigo que quiere hacer daño a la imagen de
la compañía, bien mediante sabotajes en la línea de producción, bien a través
de la mala prestación intencionada del servicio.
Estudia el perfil de las personas
involucradas en el área afectada y observa si se ha producido algún cambio de
comportamiento brusco en los últimos tiempos.
Este tipo de traidores no persigue
tanto un logro personal como hacer daño a la compañía, con lo cual es posible
que se vea afectado por algún tipo de recorte, algún desprecio público, alguna
medida impopular que haya tenido que adoptar.
El balance ha engordado
Lo normal es que lo suelan realizar
las altas instancias para maquillar las cuentas de cara a una reunión con los
inversores, a una ronda de financiación, a una fusión o una alianza.
Aunque también lo efectúan los
responsables de aquellos departamentos cuyos presupuestos anuales dependen de
la cuenta de resultados: comerciales, producción, publicidad. Su objetivo no es tanto el personal como el
mejorar la imagen de la compañía o, en el caso de los departamentos, que no les
reduzcan el presupuesto.
En muchos casos, no tienen intención
de ser falsificaciones permanentes sino que piensan que van a poder corregir
las desviaciones en cuanto “cobren esa factura que está pendiente”, “en cuanto
cerremos esa operación que está a punto”, o “en cuanto consiga ese contrato”.
El trabajador chivato puede surgir tanto por generación espontánea,
como por una mala política de Recursos Humanos que limita las vías de
comunicación formal, evitando que se resuelvan con normalidad las tensiones y
situaciones indeseadas.
Por tanto, las empresas
tienen la obligación de tratar de descubrir
el origen de estas conductas, porque pueden hablar de problemas
organizativos, motivacionales o incluso de perfiles individuales que perjudican
el clima laboral al acusar a otros empleados de cuestiones que, en la mayoría
de ocasiones, no podemos saber si son verdades o mentiras
Acusar es imputar un mal
comportamiento, culpa o incluso delito a otra persona.
Es un comportamiento
delicado, que en ocasiones puede ser
positivo para la empresa, pero en otras no.
Hacerlo de forma cautelosa
siempre es positivo, pero también nos obliga a investigar la situación para
obtener más perspectivas.
Así, podemos estar ante
una persona chivata por naturaleza o ante un chivato ocasional, y debemos actuar
con cautela analizando las motivaciones
de la conducta, las pruebas existentes para emitir un juicio objetivo y
las posibles consecuencias de nuestra actuación.
No es lo mismo que un
empleado acuse a otro de estar perjudicando con su comportamiento a la empresa,
a que esté malmetiendo para romper la confianza que tiene la empresa en él.
En este caso las formas
también son muy importantes. La empresa debería establecer vías de comunicación específicas para
tratar asuntos de este calado de forma discreta, renunciando a llevar ciertos
asuntos en público y evitando que se enquisten los problemas.
Si no se actúa con
celeridad, podrían derivarse hacia los canales informales, lo cual nos llevaría
al terreno de los temibles
rumores.
Sin olvidar, la necesidad
o no de que en ciertas áreas de nuestro negocio o empresa, utilizar los contratos
de confidencialidad.
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