El "Yo, robot"
En pleno proceso de descomposición moral
de la política española, que añora el trazo sarcástico de Berlanga, han llegado
los robots y los algoritmos para redimirnos.
Y no es una broma contingente sino que "Yo, robot" ha dejado de ser
una distopía para convertirse, por obra y gracia del Ministerio de Yolanda
Díaz, en una parábola de la buena, o no, gestión pública tras el reconocimiento
jurídico por parte del Departamento de que las actas de inspección se pueden
levantar sin necesidad de firma de funcionario competente.
Los robots han
llegado y no nos habíamos enterado.
Entre tanta moción de
censura política de taberna, tránsfugas a la carrera y series de intrigas
políticas de televisión, que han hecho un daño irreparable en la mente de
algunos políticos mediocres, había pasado por alto el comunicado que emitió el
Sindicato de Inspectores de Trabajo y Seguridad Social hace unas semanas y cuyo
contenido se resume en los dos primeros párrafos: "Hoy se ha aprobado en el Consejo de Ministros una medida que consiste
en la automatización de las
sanciones, un sistema de extensión de Actas de Infracción de forma
automatizada, sin intervención en las comprobaciones y en la firma de las
mismas del personal inspector, sean Inspectores o Subinspectores”.
Desde el Ministerio de
Trabajo y Economía Social alegan que es una medida que "permite mejorar la actuación de la
Inspección de Trabajo y Seguridad Social con el objetivo de asegurar el uso
responsable públicos y los derechos en el ámbito laboral".
Y todo esto sin que
todavía hayan llegado los fondos europeos de reconstrucción, que parece que
vienen a digitalizarnos.
La reforma afecta al
Real Decreto 928/1998, de 14 de mayo, por el que se aprueba el Reglamento
General sobre Procedimientos para la Imposición de las Sanciones por
Infracciones de Orden Social y para los Expedientes Liquidatarios de Cuotas de
la Seguridad Social.
Dicho de un modo llano
y simple, que a partir de esta reforma una empresa puede recibir una notificación de
un acta de liquidación por una infracción en el orden social expedida por una
máquina y sin firma del funcionario pertinente.
Si se permite la
chanza, probablemente debería responder la notificación nuestra
"Alexa" doméstica, que entre máquinas del mismo género se deben
entender mejor.
Vaya por delante, y no
soy sospechoso de lo contrario perteneciendo a los Cuerpos Superiores de
Intervención e Inspección de Trabajo y de Inspección de Hacienda del Estado,
que la utilización de las
nuevas tecnologías es absolutamente necesaria y que ha
permitido mejorar los sistemas de comprobación tributaria, laboral y social
potenciando la eficiencia de nuestros procedimientos de gestión administrativa.
Es más, tanto la
Agencia Estatal de Administración Tributaria como la Intervención General de la
Administración del Estado o las Entidades Gestoras de la Seguridad Social han
obtenido múltiples reconocimientos nacionales e internacionales por los
procesos continuados de modernización tecnológica que han coadyuvado a combatir
el fraude en todas sus manifestaciones.
Y bien que lo han
constatado los sujetos pasivos del control.
Ahora bien, que el
instrumental tecnológico permita identificar irregularidades no
debe hacer pensar que la función atribuida a los empleados públicos se puede sustituir
por un acto administrativo sin rúbrica de persona física legitimada por norma
competente.
Porque la
responsabilidad será siempre personal o no será, ya que incluso la fiabilidad
de la máquina deberá ser validada por persona con capacidad de obrar.
En la misma línea se
manifiesta el Sindicato: "La gestión
masiva de datos obrantes en las bases de datos y los cruces de información que
puedas ser realizados entre ellos no debe ser utilizado para suplantar la
imprescindible y necesaria intervención del inspector, garantía de los
principios de seguridad jurídica, eficiencia, profesionalidad, neutralidad e
imparcialidad que caracterizan desde siempre la actuación de la Inspección de
Trabajo, sino que debe ser utilizado como instrumento de refuerzo de la
actuación inspectora, mediante la oportuna organización, dotación de medios, planificación
y creación de estructuras de equipos, con implicación de personal técnico,
administrativo e inspector en su dirección, determinantes de la capacidad de
procesar, analizar y contrastas las informaciones, datos y cruces de datos
pertinentes en cada actuación inspectora previa."
Los principios de legalidad, seguridad jurídica, eficiencia, neutralidad
e imparcialidad se quiebran con la automatización de las sanciones
que propone el Ministerio de Trabajo y Economía Social.
Pero, es más, abre la puerta la reforma a un debate muy
profundo sobre la capacidad, la responsabilidad y la integridad de los
empleados públicos en su convivencia necesaria con la máquina.
Un debate que no se ha
planteado ni parece que interese a nadie.
Una medida que socava
la forma tradicional de entender la responsabilidad individual y el principio
de capacidad en la Administración Pública.
Está claro que ese
debate no lo van a plantear las máquinas.
Tendremos que ser
nosotros.
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